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Feliz día a cada mujer

“Quiubo, ¿Usted no me va a felicitar hoy pues?”. Tuve que esperar a que Ana Lucía tuviera 5 años y me exigiera que le diera el “feliz día de la mujer” para entender del todo por qué se celebra. En otros años me negué a escribir, dar regalos o llamar a alguna de las mujeres que quiero pensando que el símbolo del día internacional de la mujer fortalecía la discriminación. Pero, esta mañana me pareció claro: tenemos que seguir recordándonos, a todos y a todas, que aún hay desigualdad en el respeto a los derechos de las mujeres en la realidad, así los papeles digan lo contrario. Sólo hoy, están dejando sus casas en Ucrania millones de mujeres con sus hijos, mientras muchos machotes defienden una bandera, un terreno, una reserva de combustible, un ego.

 

Hoy publico un texto antiguo que sigue siendo vigente. Hoy es un día para darnos cuenta (otra vez) que en esta historia que aún nos contamos importa más el “tener” que el “estar”, el “competir” que el “colaborar". Si apenas estamos despertando después de 10 mil años de contarnos el mismo cuento, pues que sea el día de la mujer un símbolo, un recuerdo de lo mucho que nos falta despertar para cuidarnos y evitar el sufrimiento a una ser humana, a una ser vivo, a cualquiera.

 

Hemos avanzado como sociedad, todos, hombres y mujeres en valorar nuestra diferencia y amar lo femenino de la vida en cada uno. Pero aún nuestros sistemas de relacionamiento, empezando por el lenguaje, se quedan cortos en este reconocimiento o en ocasiones se van a los extremos, cayendo en el sesgo masculino de “ganar una pelea”. Hace cinco años, cuando Ana Lucia, con dos días de nacida salía de la clínica con sus aretes empezamos una vida compartida de preguntas sobre dichos símbolos escondidos en la costumbre. Mi niña debía adornarse desde sus primeros días para agradar al mundo, para ser reconocida por sus colgandejos premonitorios de una vida de maquillajes, tacones, modas y siliconas. Esa era mi interpretación y aún es una inquietud que tensiona mi consciencia. Igual que cuando sus juguetes favoritos fueron las cocinitas y las muñecas y me percaté que estaba imitando a las personas que más quería en una lógica búsqueda de identidad como persona. Preguntas que se convierten en desafío como papá inexperto y como profesional dedicado a la reflexión y transformación del lenguaje.

 

Desde ahí, desde donde yo recibí el don de mi trabajo, la comunicación, propongo pensarnos una palabra nueva, o varias, que exprese al mismo tiempo la maravillosa diferencia que nos contrasta y nos complementa, con la elección de tratarnos como iguales. Si existe ya en otro idioma, o si hay que rescatarla de alguna parte, también sería útil que pudiéramos decir al mismo tiempo que no nos parecemos, pero que somos parte de la misma vida.

 

Seguiré buscando palabras y símbolos que me permitan sentir esa vida compartida con Ana, con Naty, con Gloria, Juanita, Soco, Dani, María, Naty, María Clara, Claudia, Clara, Inma, Yaqui, Laura, Lore, Sandra, Andrea, Dani D, Lis, Marce, Karen, Aleja, Micaela, Juliana, Diana, Luz, Mariana, Camila, Luz, Marcela, Flavia, Vero, Caro, Angélica, Aura, Marta, Cristina, Pancha, Tita, Mónica, Kathy, Liz, Sofía, Cindy, Kenny, Ruth, Alcira, Rafa, Doña Rosa, Beatriz, Lina, Mónica, Luisa, Pili, Andrea, Jenny, Manuela, Dora, Isabel, Xiomy, Amparo, Carolina, Briggite, Tatiana, Rocío, Clemencia, Isabella, Erika, Paula, Zarahy, Valentina, Carmen, Maria Paz, Magaly, Haidy, Nubia, Johana, Susana, Adela, Flor, Yuri, Lilian, Nancy, Pamela, Olga, Eliana, Dalila, Ofelia, Raquel, Karol, Maria Teresa, Emilse, Deibi, Helena, Estefy, Angie, Piedad, Aridiana, Gabriela, Pía, Ingrid…

 

A ellas y a todas las que cuidan la vida y piensan en los demás, como Ana Lucía cuando sirve para todos imitando a sus abuelas o actuando según lo que es su naturaleza. Como hoy cuando reclama con energía y humor: “Quiubo, ¿Usted no me va a felicitar hoy pues?”.


FELIZ DÍA A CADA MUJER!!

 


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