¡Despierta, empresa querida! (Y no solo con café)
- Néstor Gómez
- 8 ago
- 4 Min. de lectura
Hay mañanas que no comienzan con un tinto... sino con una verdad incómoda: muchas organizaciones parecen despiertas, pero están medio dormidas. Funcionan, producen, hacen sus juntas, mandan sus correos, ¡pero están en modo zombie! ¿Por qué? Porque olvidaron algo básico: que están hechas de personas, no de robots con corbata.
En nuestra gran madrugada del 1° de agosto, nos reunimos con Nohora, Henry y Néstor para decir en voz alta lo que muchos piensan en silencio mientras se les enfría el café: ¡necesitamos reconectar! Con el propósito, con el equipo, con nosotros mismos. Con algo más profundo que los KPIs.
Diagnóstico express: ¿mi empresa está dormida?
Si los indicadores están “decentes” pero la gente parece desconectada, si los líderes son “buenísimos” en las encuestas pero el equipo anda sin ganas, si la gente responde “todo bien” pero por dentro rumia una crisis existencial… Houston, tenemos un problema.
¿Qué hacemos entonces? Nos vamos a lo básico.
A lo humano. A lo que sí depende de mí.
Henry, Nohora y Néstor compartieron cinco claves que, aunque no vienen en cápsula ni en app, pueden transformar cualquier cultura organizacional. Nohora, quien (no sabemos a qué hora) lleva 25 años gerenciando estrategias de servicio, nos entregó sus secretos en 5 pasos:
1. Identificar (y no con encuestas llenas de caritas felices). No se trata de preguntarle al equipo “¿te gustó el refrigerio?”. Se trata de reconocer el sentir real, entender si la persona que entrega un reporte también está cargando con el dolor de una separación o la angustia por una mamá enferma. Es mirar al ser humano completo, no solo al cargo.
2. Entender (y dejar de suponer cosas raras). Cuando identificas lo que siente tu equipo y tu cliente, puedes hacer algo con eso. Puedes enganchar emocionalmente, diseñar experiencias que importan y dejar de andar con estrategias “copy-paste” de otras empresas que ni te van ni te vienen.
3. Acompañar (no es mandar correos motivacionales). Un líder real no se mide solo por si cumplió el objetivo del trimestre, sino por si inspiró a su equipo, si los escuchó, si los hizo sentir parte. Porque nadie se inspira con un “¡Vamos equipo!” en PowerPoint. Se inspiran con presencia, coherencia y humanidad.
4. Evaluar (sin obsesión con el Excel). Sí, medir importa. Pero no para castigar, sino para aprender. Evalúa cómo va la cultura, cómo se siente la gente, cómo responde el cliente. Evalúa desde el corazón y desde los datos. Y no te quedes solo con si gustó la sala o las ayudas visuales, evalúa si eso movió algo importante.
5. Mejorar (y no solo en las métricas). Cuando mejoras de verdad, tu gente sonríe más y gruñe menos. El cliente lo nota. Las ventas también. Porque una empresa despierta, conectada y consciente no solo mejora sus indicadores, mejora su impacto en el mundo.
Henry se inventó un acróstico porque sabe que con humor uno aprende más fácil que con Excel. Su fórmula se llama PECES, para que no se nos muera la cultura organizacional en la pecera.
P de ¿Por qué? Antes de lanzarte como loco a una nueva estrategia o a copiarle la campaña al vecino, pregúntate: ¿por qué hago lo que hago? ¿Para qué? ¿Esto tiene sentido para mí y para mi gente? Spoiler: si no tiene sentido, ni con coaching de alto impacto te lo salvas.
E de Estrategia. No se trata de llenar la oficina de post-its o de dashboards llenos de dardos. Una estrategia buena tiene foco, dirección y coherencia. No es hacer por hacer, es parar, pensar y decidir a dónde vamos, juntos.
C de Cultura. Aristóteles dijo: “Somos lo que hacemos repetidamente.” (Y no hablaba de revisar el correo a las 11 p.m.). La cultura se construye en lo cotidiano: en cómo saludamos, en cómo damos feedback, en cómo enfrentamos el error. No sirve un cartel bonito si el jefe grita y nadie escucha.
E de Evaluar. Si no se mide, no se mejora. Pero ojo: medir no es preguntar si gustó el refrigerio o si el salón tenía buena luz. Es saber si lo que estamos haciendo transforma, conecta y construye.
S de Sal al ruedo. ¡Hazlo! No te quedes planeando el PowerPoint perfecto. Lanza una idea, equivócate, aprende, vuelve a intentarlo. Porque lo que no se acciona, se enfría. Y lo que se enfría, se olvida.
Bonus track: los 5 pasos del método Depende de Mí
Como diría Néstor, esto arranca en el paso cero: estar presente (sí, como cuando uno deja el celular a dormir en su sleeping y respira antes de actuar).Luego vienen los pasos:
1. Humildad: Aceptar que tu perspectiva es parcial, que no te las sabes todas. Ni tú, ni el CEO, ni ChatGPT.
2. Lenguaje: Deja de hablar en “es que” (“es que el jefe…”, “es que el cliente…”, “es que el gobierno”). Empieza a asumir tu parte.
3. Elección: Cada día entrenas tu libertad. Puedes elegir soltar la queja, el drama, la quejadera. O puedes seguir echándole la culpa a los astros.
4. Compromiso: Declara hacia dónde vas. Si tú no lo tienes claro, cualquier plan estratégico te queda grande. O como dicen por ahí: “si no sabes a dónde vas, te subes a cualquier bus.”
5. Acción: Pequeña, concreta, desafiante y ejecutable en 24 horas. Porque las ideas bonitas sin acción son solo eso: ideas bonitas.
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¿Y esto pa' qué?
Porque sí se puede hacer empresa y hacer país al tiempo. Porque sí se puede hacer capitalismo consciente, con rituales, canciones, gestos y sobre todo... ¡con gente despierta!
El reto no es dormir mejor (aunque eso también), es despertar mejor. Así que, si estás leyendo esto en piloto automático… ¡sal al ruedo! Párate frente al espejo, respira, y di en voz alta: “yo puedo hacerlo y puedo hacerlo bien”.
Porque al final del día, como bien lo resumió este trío maravilloso: el mayor indicador de éxito no es cuánto vendiste, sino cuánto brillaste siendo humano.
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Spoiler: vienen con mucho amor, humor y propósito.
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